viernes, 25 de enero de 2013

Filósofas Cristianas

Si evolucionamos históricamente pasando por el platonismo, Epicúreas o las Estoicas, entre otras, llegamos a las filosofas encuadradas dentro del cristianimo. Llegados a este punto, estamos tocando fin a la filosofía antigua. Tal vez las filósofas cristianas debieran estar encabezando la filosofía medieval, pues son el final de una época y el comienzo de otra distinta, en lo sociopolítico, pero que no traerá nada nuevo ni mejor para las mujeres filósofas, de lo que ya tuvieron en todo el periodo antiguo.

La filosofía antigua comenzó con una escuela que buscaba la razón en la naturaleza y que lo compartió con mujeres, cosa inaudita hasta ese momento. Ahora acaba sin escuelas de filosofía y con mujeres y hombres que mezclan la razón con una filosofía fiduciaria de la fe.
Las tres filósofas de quienes nos ocupamos pertenecen al siglo IV, y sus áreas geográficas son Alejandría y Cesarea. Turquía y Egipto. Sus nombres son: Catalina de Alejandría, Macrina la mayor y Macrina la menor. Por cierto, las tres santas.
De ellas, las más importantes son Macrina la joven y Catalina de Alejandría, las cuales desarrollamos a continuación.

 Catalina de Alejandría
Nacida en 285-305 aproximadamente en Alejandría y en el seno de una acomodada familia y con acceso a la cultura.
Dedicada a Dios, fue sabia en retórica, filosofía, geometría y otras disciplinas. Así fue hasta el punto de que intentó convencer al Emperador Maximiano para que se convirtiese al cristianismo, abandonando el paganismo. Indignado el Emperador y sorprendido por su audacia, la puso a debatir con 50 filósofos, a los que convenció al punto de que ellos sí abandonaron el paganismo y pidieron allí mismo bautismo. Lo mismo ocurrió para la Emperatriz Eutropia. Maximiano mandó matar a los cincuenta filósofos y a su mujer. Y condenó a muerte a Catalina.
 Al final fue decapitada y su cuerpo se encuentra enterrado en el Monte Sinaí, en el templo que lleva su nombre.Por lo demás, no se le conoce obra alguna.

Macrina, la joven.
Basilio, el Grande, es considerado el padre del monacato oriental y su regla fué inspirada en la que Macrina escribió para  su retiro en Anesi. (BROWN, 1990: 243).
El ideal de Macrina hizo que se desarrollase las normas y vida monacal de la religión ortodoxa, de la mano de Basilio, y por ende, su influencia en la constitución del monacato cristiano, que posteriormente, tantas mujeres abadesas produciría como forma de escapar al control femenino y poder disponer de un ámbito de poder para dedicarse al estudio y la investigación.
Con Macrina nace el ideal ascético cristiano femenino. Su ascetismo, su virginidad, su celibato, su santidad, serán el modelo que el cristianismo primitivo reservaba al papel de la mujer para los siguientes 14 siglos.

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